para ti, pero tienes que dejar de aferrarte a los
pensamientos que hacen que bajes tu vibración"
Abraham Hicks
¿ Quién se queda con mamá este fin de semana ?
¡ Yooooooo noooooo ! Contesto Javier , este fin de semana voy a salir de viaje con mi esposa y los niños.
Ana María dijo , pues yo menos hace dos semanas estuvo conmigo y no puedo este fin de semana, tengo tantas labores en casa por terminar y ¡ mamá es una labor más!
José de reojo vió a su madre sentada en un rincón, con la mirada de lado escondiendo sus lágrimas, el corrió hacia ella y le dijo, mamita mejor para mí pues te puedo tener para mí sólo.
La hija de José se acerco una joven de 19 años le tomo las manos diciendo, abuela ves que tus hijos no quieren estar contigo, pero tú si, tú estás mejor aquí en casa , con papá y mamá.
Vamos abuela a jugar con las muñecas,cuéntame esas historias que dice mi tía Ana María que son tan aburridas y que ya se sabe de memoria, pero a mí me encantan.
Hagamos los pastelitos favoritos de tío Javier y la sopa de fideos con pollo que le preparabas cuándo él ,enfermaba de pequeño y que ahora sólo cuándo está enfermo te busca para que se los prepares.
Peiname el pelo y trensalo con los listones de colores que aunque mi tía Ana María aborrece, porque dice que la peinabas todo el tiempo así, yo en mi cabello los veo tan lindos.
Abuela quédate aquí, con nosotros y en las noches al dormir danos a papá, a mamá y a mí la bendición.
¡ Que importa que se te olviden las cosas , o que se te caiga la comida de la boca, o que repitas mil veces la misma frase, o qué tus manos tiemblen !
Si a papá y a mamá eso , no les importa, nosotros somos felices contigo.
Aunque tío Javier y tía Ana María digan que ahora eres una niña y que hay que llevarte a un lugar dónde te cuiden mejor, papá no lo hará, pues dice que ahora a él le toca cuidar de tí, ayudarte a caminar , a limpiar tú boca , a escucharte sin cansancio, a ponerte los zapatos cómo tú lo hacías cuándo el era pequeño .
¡ Abuela ahora tú eres nuestra niña y te cuidaremos con todo el amor y cariño que tú nos entregaste a nosotros !
Todos se quedaron sumergidos en un gran silencio
La abuela de pronto dijo,haya en los años de 1920 mi padre. Y todos se sentaron alrededor de ella, Javier y Ana María con lágrimas en los ojos , arrepentidos de lo ingrato que habían sido con su madre .
Y José, como siempre atento y amoroso, a todo lo que su madre hacia y decía.
Moraleja
Es bueno pensar y reflexionar que ejemplo y enseñanza le estamos dando a nuestros hijos, con el trato que le damos a nuestros padre , pues el tiempo nos alcanzará y también nosotros, nos convertiremos en niños .
La abuela murió al año rodeada de amor y cariño, pero en la casa de José, cada día sin faltar uno llega una hermosa paloma blanca , se queda con ellos hasta el atardecer y después la ven marcharse , volando muy alto hacia el cielo y la hija de José le dice ¡ abuela no te preocupes yo cuidare de mi padre, como él lo hizo contigo !
Desde que era un niño, mi padre me arrastraba a una librería de segunda mano que odiaba con toda mi alma. Para mí, esos libros eran solo un montón de letras aburridas y ya habían montones de libros feos y viejos que se acumulaban en el estudio de la casa como montañas de polvo olvidado. Cada visita era una tortura y no entendía cómo mi padre podía pasar horas allí, sonriendo todo el rato, como si hubiera encontrado el paraíso.
Pasaron los años y con ellos seguía la obligación de acompañar a mi padre a la librería. Aunque seguía considerando que esos libros no eran más que trastos inútiles, una tarde, en la que estaba aburrido como de costumbre, decidí hojear algunos de los títulos que mi papá ya había apartado con cariño en una pequeña pila. Fue entonces cuando todo cambió.
Descubrí que detrás de esas portadas desgastadas y hojas amarillentas, habían historias mucho más fascinantes de lo que jamás hubiera imaginado. Me quedé atrapado en una novela de misterio que me ayudó a entender por qué mi padre amaba tanto esos libros.
Mis visitas a la librería ya no eran solo un deber, sino una oportunidad para descubrir tesoros escondidos en los rincones más insospechados. Empecé a ver esos libros no como objetos estorbosos, sino como pasaportes a otros mundos y épocas. Y me di cuenta de que el estudio de mi padre, con sus montañas de polvo y libros envejecidos, era en realidad un rincón mágico lleno de historias por descubrir.
Así que, poco a poco, empecé a comprender la pasión de mi padre por la lectura. Descubrí que no importa cuán viejos sean los libros, siempre tienen algo valioso que ofrecer. Ahora, en cada visita a la librería con mi padre, él está feliz de dejarme escoger algunos libros que me llamen la atención.
Creo que él siempre supo que esto pasaría en algún momento así que nunca desistió de acercarme a los libros, aunque nunca me obligo a leer. Es la persona más lista que conozco y ahora me siento más cercano a él.
"Leo. Es como una enfermedad. Leo todo lo que me cae en las manos, bajo los ojos: diarios, libros escolares, carteles, pedazos de papel encontrados por la calle, recetas de cocina, libros infantiles. Cualquier cosa impresa.
Tengo cuatro años. La guerra acaba de empezar. Vivimos en un pueblecito que no tiene ni estación, ni electricidad, ni agua corriente, ni teléfono.
Mi padre es el único maestro del pueblo. Enseña en todos los cursos, desde el primero hasta el sexto. En la misma aula. La escuela está separada de nuestra casa sólo por el patio, y las ventanas del colegio dan al huerto de mi madre. Cuando me encaramo a la ventana más alta del comedor veo a toda la clase con mi padre delante, de pie, escribiendo en la pizarra negra.
El aula de mi padre huele a tiza, a tinta, a papel, a calma, a silencio, a nieve incluso en verano.
La gran cocina de mi madre huele a animal muerto, a carne cocida, a leche, a mermelada, a pan, a ropa húmeda, a pipí del bebé, a agitación, a ruido, al calor del verano, incluso en invierno.
Cuando el mal tiempo no nos permite jugar fuera, cuando el bebé grita más fuerte de lo habitual, cuando mi hermano y yo hacemos demasiado ruido y demasiados destrozos en la cocina, nuestra madre nos envía a nuestro padre para que nos imponga un castigo.
.Salimos de casa. Mi hermano se detiene delante del cobertizo en el que guardamos la leña:
Yo prefiero quedarme aquí. Voy a cortar un poco de leña pequeña.
Sí. Mamá se pondrá contenta. Atravieso el patio, entro en la gran sala y me detengo cerca de la puerta. Bajo los ojos. Mi padre me dice:
Acércate.
Me acerco y le digo a la oreja:
Castigada, mamá,
¿Nada más?
Me pregunta, nada más porque a veces tengo que entregarle sin decir nada una nota de mi madre, o debo pronunciar las palabras, médico o urgencia, o bien únicamente un número: 38 o 40. Todo esto por culpa del bebé, que se pasa el día enfermo.
Le digo a mi padre:
No. Nada más. Me da un libro con imágenes:
Ve y siéntate.
Voy al fondo de la clase, donde siempre hay lugares vacíos detrás de los mayores.
Fue así como, muy joven, por casualidad y sin apenas darme cuenta, contraje la incurable enfermedad de la lectura. Cuando vamos de visita a casa de los parientes de mi madre, que viven en una ciudad cercana, en una casa que tiene luz y agua, mi abuelo me toma de la mano y, juntos, recorremos el vecindario.
El abuelo saca un diario del bolsillo de su levita y dice a los vecinos:
¡Mirad! ¡Escuchad!
Y a mí me dice:
¡Lee!
Y yo leo. Normalmente, sin errores, y tan rápido como me lo pida.
Dejando de lado este orgullo de abuelo, mi enfermedad de la lectura me traerá sobre todo reproches y desprecio:
No hace nada. Se pasa el día leyendo. No sabe hacer nada más.
Es la tarea más pasiva de todas. Perezosa.
sobre todo, lee en vez de . ¿En vez de qué?
Hay miles de cosas más útiles, ¿no? Incluso ahora, por la mañana, cuando la casa se vacía y todos mis vecinos se van a trabajar, tengo un poco de cargo de conciencia por instalarme en la mesa de la cocina a leer los diarios durante horas en vez de fregar los platos del día anterior, ir de compras, lavar y planchar la ropa, hacer mermeladas o pasteles.
Y, ¡sobre todo!, en vez de "escribir".
Agota Kristof
Un anciano conoce a un joven quien le pregunta:
¿Se acuerda de mí?
Y el anciano le dice que NO.
Entonces el joven le dice que fue su alumno.
Y el profesor le pregunta: - ¿Qué estás haciendo, a qué te dedicas?
El joven le contesta: "Bueno, me convertí en Profesor."
Ah, que bueno ¿como YO? (le dijo el anciano)
Pues, sí. De hecho,
me convertí en Profesor porque usted me inspiró a ser como usted.
El anciano, curioso, le pregunta al joven qué momento fue el que lo inspiró a ser Profesor.
Y el joven le cuenta la siguiente historia:
“Un día, un amigo mío, también estudiante, llegó con un hermoso reloj, nuevo, y decidí que lo quería para mí y lo robé, lo saqué de su bolsillo. Poco después, mi amigo notó el robo y de inmediato se quejó a nuestro Profesor, que era usted. Entonces, usted se dirigió a la clase:
El reloj de su compañero ha sido robado durante la clase de hoy.
El que lo robó, por favor que lo devuelva...
No lo devolví porque no quería hacerlo.
Luego usted cerró la puerta y nos dijo a todos que nos pusiéramos de pie y que iría uno por uno para buscar en nuestros bolsillos hasta encontrar el reloj.
Pero, nos dijo que cerráramos los ojos, porque lo buscaría solamente si todos teníamos los ojos cerrados.
Así lo hicimos, y usted fue de bolsillo en bolsillo, y cuando llegó al mío encontró el reloj y lo tomó.
Usted continuó buscando los bolsillos de todos, y cuando terminó, dijo: 'Abran los ojos. Ya tenemos el reloj'.
Usted no me dijo nada, y nunca mencionó el episodio.
Tampoco dijo nunca quién fue el que había robado."
Ese día, usted salvó mi dignidad para siempre. Fue el día más vergonzoso de mi vida. Pero también fue el día que mi dignidad se salvó de no convertirme en ladrón, mala persona, etc. Usted nunca me dijo nada, y aunque no me regañó ni me llamó la atención para darme una lección moral, yo recibí el mensaje claramente.
Y gracias a usted entendí que esto es lo que debe hacer un verdadero educador.
¿Se acuerda de ese episodio, Profesor?
Y el Profesor responde: "Yo recuerdo la situación, el reloj robado, que busqué en todos, pero no te recordaba, porque yo también cerré los ojos mientras buscaba."
Esto es la esencia de la docencia. Si para corregir necesitas humillar; no sabes enseñar.
El primer propósito del delantal de la abuela era proteger la ropa de debajo, pero, además sirvió como un guante para quitar la sartén del horno.
Fue maravilloso secar las lágrimas de los niños y, en ocasiones, limpiar las caras sucias. Desde el gallinero, el delantal se usó para transportar los huevos y, a veces, los polluelos. Cuando llegaron los visitantes, el delantal sirvió para proteger a los niños tímidos.
Este viejo delantal era un fuelle, agitado sobre un fuego de leña. Fue él quien llevó las papas y la madera seca a la cocina. Desde el jardín, sirvió como una cesta para muchas verduras después de que se cosecharon los guisantes, fue el turno de las coles. Y al final de la temporada, se usaba para recolectar manzanas caídas. Cuando los visitantes llegaron inesperadamente, fue sorprendente ver qué tan rápido este viejo delantal podía dejar el polvo.
Cuando llegó el momento de servir las comidas, la abuela fue a la escalera a sacudir su delantal y los hombres en el campo supieron de inmediato que tenían que ir a la mesa. La abuela también lo usó para poner la tarta de manzana justo fuera del horno en el alféizar de la ventana para que se enfriara. Pasarán muchos años antes de que algún invento u objeto pueda reemplazar este viejo delantal.
En memoria de nuestras abuelas.
Leticia fue mi alumna en la escuela "Justo Sierra", en plena sierra. Tenía once años de edad.
Once años conociendo las carencias y la mugre de la vida.
Siempre con la misma ropa, heredada por una tradicional necesidad familiar.
Once años batallando con los bichos de día y de noche.
Con una nariz que como vela escurría todo el tiempo.
Con el pelo largo y descolorido sirviendo de tobogán a los piojos.
Aun así, era de las primeras en llegar a la escuela.
Tal vez iba por los momentos necesarios para soñar que era lo que no; aunque enfrentara el rechazo y el asco de los demás.
A la hora del trabajo en equipo nadie la quería.
No dieron la oportunidad para demostrar qué tan inteligente era: el repudio fue lo que Leticia conoció.
Me desconcertaba el hecho de ver que algunos varones con características semejantes a las de Leticia eran aceptados por el resto de las niñas y los niños, pero no ocurría lo mismo con Leticia y las niñas.
A mí solo se me ocurría hacer recomendaciones que nunca fueron atendidas.
En ese tiempo me preguntaba:
¿De qué sirve leer cuentos a esos niños que no han comido?;
¿serviría de algo alimentarlos con fantasías?
Yo creía que sí, pero no sabía hasta dónde.
Constantemente les brindaba relatos, sobre todo en la mágica hora de lecturas, dos veces por semana.
Un día conté "La Cenicienta" y cuando llegué a la parte en que el hada madrina transformó a la jovencita andrajosa en una bella señorita de vestido vaporoso y zapatillas de cristal, Leticia aplaudió frenéticamente el milagro realizado.
Había una súplica en su rostro que provocó la burla de los que no tenían la misma capacidad ni la misma necesidad de soñar.
Esta vez hubo recomendaciones y regaños.
En otra ocasión, pregunté a mis alumnas y alumnos: ¿qué quieren ser cuando sean grandes?
Y el cofre de sus deseos se abrió ante mí: alguien quería ser astronauta, aunque al pueblo ni el autobús llegaba; otros querían ser maestros, artistas o soldados.
Cuando le tocó el turno a Leticia, se levantó y con voz firme dijo:
“¡Yo quiero ser doctora!"
y una carcajada insolente se escuchó en el salón.
Apenada, se deslizó en su banca invocando al hada madrina que no llegó.
Mi labor en esa escuela terminó junto con el año escolar.
La vida siguió su curso.
Después de quince años, regresé por esos rumbos, ya con mi nombramiento de base.
Hasta entonces encontré algunas respuestas y otras preguntas.
Las buenas noticias me abordaron en autobús, antes de llegar al crucero donde trasbordan los pasajeros que van al otro poblado.
Llegaron en la presencia de una señorita vestida de blanco.
¡Usted es el maestro Víctor Manuel! , ¡usted fue mi maestro! me dijo, sorprendida y sonriente.
El que podía encantar serpientes con las historias que contaba.
Halagado, contesté:
Ese mero soy yo.
¿No me recuerda, maestro? Preguntó, y continuó diciendo con la misma voz firme de otro tiempo, yo soy Leticia y soy doctora.
Mis recuerdos se atropellaban para reconstruir la imagen de aquella chiquilla que en otro tiempo nadie quería tener cerca.
Se bajó en el crucero dejando, como La Cenicienta, la huella de sus zapatillas en el estribo del autobús...
Y a mi con mil preguntas.
Todavía alcanzó a decirme: - Trabajo en Parral... búsqueme en la clínica tal... y se fue…
Un día fui a la clínica que me dijo y no la encontré.
No la conocían ni la enfermera ni el conserje.
¡Era demasiada belleza para ser verdad!
"Los cuentos son bellos pero no dejan de ser cuentos", me lamentaba.
Arrepentido de haber ido, y casi derrotado, encontré a la directora de la clínica y hablé con ella.
Lo que me dijo, revivió mi fe en la gente y en la literatura:
La doctora Leticia trabajaba aquí _me contó_.
Es muy humana y tiene mucho amor por los pacientes, sobre todo con los más necesitados.
Esa es la persona que yo busco _asi grité.
Pero ya no está con nosotros dijo la directora.
¿Se murió? Pregunté ansioso.
_NO, COMO CREE, La doctora Leticia solicitó una beca para especializarse y la ganó, ahora está en Italia.
Leticia sigue aprendiendo más y enseñando sus secretos para luchar.
Yo sigo queriendo saber hasta dónde llega el poder de las palabras; ¿cuál es el sortilegio para encantar a las serpientes que jalan a los descobijados?; como profesor, ¿qué puedo hacer para equilibrar la balanza de la justicia social ante casos parecidos?; ¿cuándo empezó el despegue de los sueños de Leticia en cuanto al resto de sus compañeras y compañeros?; ¿dónde radica la fortaleza de las mujeres que superan cualquier expectativa?
Ya no quiero ser el maestro de Leticia: Ahora quiero aprender.
Quiero que me enseñe cómo evoluciona una oruga hasta convertirse en ángel y, sobre todo, quiero descubrir, ¿cuál fue la varita mágica que la convirtió en la princesa del cuento?
El maravilloso poder de las palabras.
Un hombre muy culto alquiló una barca para cruzar un caudaloso río. Al saludarle, el barquero, que era de origen muy humilde, se expresó con frases que demostraban que no había tenido la posibilidad de ir a la escuela. Y cuando el erudito se lo preguntó, el hombre reconoció que era analfabeto.
-Supongo que tampoco sabrá historia, geografía ni aritmética, ¿no?, insistió el sabio. -Pues, no. Tampoco sé nada de eso. Solo soy un pobre barquero ignorante. Entonces, el pasajero se atrevió a sentenciar que: Un hombre sin cultura es como si hubiera perdido la mitad de su vida.
En ese momento, la barca, arrastrada por la corriente, se estrelló contra unas rocas y se partió en dos, de manera que el barquero y el sabio cayeron al agua. "Señor, ¿sabe usted nadar?", preguntó entonces el humilde remero.
-¡No! ¡No sé nadar!», respondió el listo.
-Pues me temo que hoy va a perder, no la mitad, sino toda su vida. Dicho lo cual, el barquero atrapó a su presuntuoso pasajero, que, humillado, no dijo nada hasta llegar a la orilla, aprendiendo, desde su sabiduría, la lección:
"Nunca te creas superior a nadie, porque aquello de lo que presumes puede no servirte de nada en determinadas circunstancias, mientras que las habilidades que menosprecias en otros pueden salvarte de más de un apuro".
Abuela ¿cómo fue qué abuelo te propuso matrimonio?
Tu abuelo me propuso matrimonio con un caramelo. No teníamos nada, se arrodilló y me dijo: ′′No tengo nada ahora, solo un caramelo, pero si quieres podemos construirlo todo juntos".
Y tú?
Desde ese momento dividimos y compartimos todo. Nos caímos, nos levantamos y construimos.
Todo junto. Hemos vivido momentos difíciles, de cansancio, pero siempre hemos estado el uno para el otro. Hasta lo último.
Otros tiempos, abuela.
El tiempo no cambia la forma de amar.
Lo que ha cambiado es que ya no tienes ejemplos bonitos a seguir.
Ahora le temen a todo. No se casan por miedo a no poder construir. En cuanto pelean se dejan porque luego creen que van a encontrar uno mejor. Siempre buscan la perfección, como si existiera.
Extrañan la percepción de la realidad. De la felicidad en las pequeñas cosas.
Hacen esta gran demostración, anillos de miles de dólares, un video exagerado para las propuestas de matrimonio y luego se pierden el momento. Esa cosa íntima que guardas en dos, solo en dos para toda la vida.
Esto es lo que les falta. El coraje de vivir la vida y el amor por lo que son y no por como lo imaginan.
Un caramelo y 71 años.
Caminando por el patio de la escuela de mi hijo, note un banco pintado de rojo brillante. Le pregunté a mi hijo: "¿Es ese el único lugar para sentarse aquí?" Él dijo: "No, ese es el banco de amigos. Cuando alguien se siente solo o no tiene con quién jugar, se sienta allí y los niños les piden que jueguen". WOOW ASOMBROSO. Luego le dije lo maravilloso que era y le pregunté si alguna vez lo había usado.. Él dijo: "Sí. Cuando era nuevo, me senté allí y alguien vino y me pidió que jugara. Me sentí feliz. Y ahora, cuando veo niños en él, les pido que jueguen conmigo. Todos lo hacemos".
Frases
Cuenta la leyenda que tras la llegada a Jaén de un noble y rico capitán de los tercios de Flandes,llamado Diego de Osorio, siempre uniformado de gala, con una mirada penetrante,rostro de tez morena y el pelo oscuro de color azabache, el cual traía locas a todas las mujeres en edad de casamiento por su porte,riqueza y brava fama.
Hablándose de él en todas las calles cuando salía a pasear por la villa al cual todas las hermosas damas que se le rendían a sus pies,el apuesto galán se enamoró intensamente de una joven llamada Doña Beatriz de Uceda de esbelta figura y belleza inigualable,noble,sincera y dulce como la miel.
El galán tuvo mil detalles con ella,flores,joyas y mil cartas de amor que le mandara con letra delicada y versada.
Pero ella nunca le correspondió ya que su corazón estaba ocupado por otro caballero llamado Don Lope de Haro.
Tantos fueron los detalles y la insistencia que el capitán tuvo con la dama y la presión que hizo la famila de doña Beatriz contra la chica,por el buen patrimonio que el capitán poseía que la convencieron para que ella se casara con él aún sin estar enamorada,olvidando así el amor que tenía en su corazón hacia Don Lope.
La boda se celebró por todo lo alto,sin escatimo alguno y con las mejores galas y manjares de la época.
Beatriz se volcó en cuerpo y alma en hacer feliz a Don Diego,pero Don Diego con el paso se los años se refugió en el juego,en la bebida y en la lujuria con otras mujeres, volcando su vida en borracheras y juegos en tabernas y fondas de la villa,gastando entre apuestas toda su fortuna.
Un día en medio de un juego de cartas,mandó a su sirviente a que fuera a su casa y que le pidiera a Doña Beatriz la alhaja que él le regalo en señal de matrimonio, llegando este a la casa dió el mensaje a Doña Beatriz, escuchando esta el relato de boca del sirviente asombrada.
Diciéndole esta que si el señor Don Diego quería la joya a la que tanto cariño le tenía,fuera él el que se la pidiera en persona y que lo esperaría para ello delante de la pica qué hay en la plaza del Pósito donde mil veces habían quedado.
Volviendo el sirviente a la tasca le trasladó a Don Diego el mensaje de doña Beatriz,lo que hizo que los presentes rompieran en carcajadas,quedando Don Diego ridiculizado y avergonzado por las risas de los presentes.
Salió de la tasca este con paso firme y enfurecido dirigiéndose a la plaza del pósito donde su amada lo había citado y dónde lo esperaba de pie ante la pica de piedra que hay en el centro de la plaza.
Llegando este donde ella lo esperaba, Don Diego le pidió la joya y ella extendió su mano dejándola caer en su mano izquierda , aprovechando este la acción de sumisión para clavarle con la mano derecha una pequeña daga en el estómago quitándole la vida a la que un día fue su amada, dejándose caer sobre la pica que dejo ensangrentada por los borbotones que salían de su estomago.
Lo ocurrido pronto llegó a los oidos de Lope de Haro, antiguo enamorado de Doña Beatriz.
Este retó a Don Diego en un duelo a muerte a espada en la misma plaza del Pósito donde perdió la vida la bella dama.
El duelo se llevó acabo en la plaza perdiendo Don Diego la vida a espada delante de la misma pica donde él mismo le arrebató de la misma forma la vida a la bella Beatríz.
Don Lope arrepentido por haber dado muerte a don Diego exclamó las palabras "pater noster"en acción de pedir perdón por lo cometido.
Dice la gente que los días en los que se cumplen los aniversarios de la muerte de Doña Beatriz y Don Diego, al caer la noche se puede ver la silueta de un hombre con ropa oscura que arrodillado a los pies de la pica,pide piedad por la alma de su amada Doña Beatríz y perdón por haber dado muerte al cruel Don Diego de Osorio.
Aprovecha el día.
No dejes que termine
sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz,
sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie
te quite el derecho de expresarte,
que es casi un deber.
No abandones tus ansias
de hacer de tu vida
algo extraordinario.
No dejes de creer
que las palabras y la poesía,
sí pueden cambiar el mundo;
porque, pase lo que pase,
nuestra esencia está intacta.
Somos seres humanos llenos de pasión,
la vida es desierto y es oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa.
Y tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio.
La mayoría vive en un
silencio espantoso.
No te resignes, huye.
"Yo emito mi alarido
por los tejados de este mundo", dice el poeta;
valora la belleza de las cosas simples,
se puede hacer poesía
sobre las pequeñas cosas.
No traiciones tus creencias,
todos merecemos ser aceptados.
No podemos remar
en contra de nosotros mismos,
eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridades.
Piensa que en tí está el futuro,
y asume la tarea con orgullo
y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte.
Las experiencias de quienes se alimentaron de nuestros Poetas Muertos te ayudarán a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros, los Poetas Vivos.
¡No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas.
Walt Whitman.
Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños. Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto.
Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto un anciano se acercó y dijo: "¿Porqué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el mío?
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor.
Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.
La mirada de la gente se sobrecogió "¿Cómo puede él decir que su corazón es más hermoso?", pensaron.
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. "Debes estar bromeando," dijo. "Compara tu corazón con el mío... el mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."
"Es cierto," dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me compararía contigo".
Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado.
Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido."
"Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos.
Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día, quizás, regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."
¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?
El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas.
Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció.
El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven.
La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.
El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.
¡Desde aquí puedo ver lo hermoso que es tu corazón!
¡Que tengas un lindo día! El más hermoso!
Recibe un pedazo de mi corazón.
Charlie Chaplin vivió hasta los 88 años, dejó cuatro dichos sobre la vida, entre las cosas más bonitas que he leído:
Nada dura para siempre en este mundo, ni siquiera nuestros problemas;
Me gusta caminar bajo la lluvia porque nadie puede ver mis lágrimas;
El día más desperdiciado en la vida es el día en que no nos reímos;
Seis de los mejores médicos del mundo:
sol
descanso
ejercicio
dieta
autoestima
amigos
"Manténlo durante toda tu vida y diviértete".
Vida saludable
Si ves la luna, verás la belleza de Dios
Si ves el sol, verás el poder de Dios
Si ves un espejo, verás la mejor creación de Dios.
Así que cree:
Todos somos turistas
¡La vida es solo un viaje!
"Entonces, vive por hoy, mañana puede o no ser"
Fue una magnífica escultora francesa cuyo arte quedó eclipsado por su maestro Auguste Rodin. Camile ha pasado a la historia por ser la musa y amante del célebre escultor, con quien mantuvo una relación obsesiva y destructiva. Cuando le conoció era una brillante estudiante de escultura y Rodin le ofreció trabajar en su taller como aprendiz y modelo. Ella tenía 19 años cuando se hicieron amantes, él le doblaba la edad y estaba casado. Durante más de una década, fue su principal colaboradora y la autora de las manos y los pies de algunas de sus esculturas más famosas. Y así, mientras él recibía todos los honores, Camile quedaba a la sombra, y eso que llegó a ser tan buena como él. Rodin lo sabía y se aprovechó de su arte, le robó ideas y nunca reconoció sus aportaciones. Harta de su invisibilidad y decepcionada porque Rodin no estaba dispuesto a abandonar a su esposa, decidió romper su relación y buscar su propio camino. Se encerró en su pequeño taller donde esculpía figuras que luego destruía a golpe de martillo. Deprimida y enferma, vivía en la sola compañía de una docena de gatos. En 1915 su hermano ordenó que la ingresaran en un manicomio. Tenía 43 años y se dijo que padecía manía persecutoria y delirios de grandeza. En este lugar siniestro pasaría encerrada sus últimos 30 años. Cuando murió nadie acudió a su entierro y acabó en una fosa común.
Esta fotografía coloreada nos devuelve la mirada triste y desafiante de una mujer manipulada y maltratada por los suyos que nunca perdió la lucidez.
Puso en remojo los garbanzos, sacó la carne del congelador para la cena del día siguiente, controló si quedaban bastantes cereales, llenó el azucarero, puso
las cucharitas y los platos del desayuno en la mesa y dejó preparada la cafetera.
Puso la ropa húmeda en la secadora y cosió
un botón. Recogió los juguetes desparramados por el salón, puso a cargar el teléfono.
Regó las plantas, ató la bolsa de basura y tendió una toalla.
Bostezó, se desperezó y se fue al dormitorio.
Se paró un momento para escribir una nota a la maestra, preparó el dinero para la excursión del niño y cogió un libro que estaba debajo de la silla.
Mamá a continuación se lavó la cara, se puso crema y se lavó los dientes.
Papá gritó: no estabas yendo a la cama..
"Estoy yendo",dijo ella.
Puso un poco de agua en el bebedero del perro. Cerró la puerta con llave y apagó la luz de la entrada.
Dio una ojeada a los niños, les apagó las luces y la televisión y recogió una camiseta y unos calcetines tirados en el suelo echándolos a la cesta de ropa sucia.
Habló con uno de los niños que estaba todavía haciendo los deberes.
En su habitación puso el despertador, preparó la ropa para el día
siguiente, ordenó mínimamente el zapatero.
Añadió tres cosas a la lista de las cosas urgentes.
En ese momento, Papá apagó la televisión y anunció "me voy a la cama".
Y lo hizo, sin otros pensamientos.
¿Nada extraordinario?
¿Por qué las mujeres viven más tiempo?
Porque están hechas para los largos recorridos (y no se pueden morir antes, tienen demasiadas cosas que hacer).
Este mensaje es para mujeres fenomenales a las que hay que apreciar y para algunos hombres que tengan la inteligencia de apreciarlo.
Anónimo
Ella se miró al espejo, luego lo miro a él que estaba sentado en la cama, ella le preguntó, aún te sigo gustando?
El respondió, como el primer día.
Ella se llevó sus manos a la cintura y le preguntó, te has fijado que mi cuerpo ya no es el mismo de cuando nos conocimos?
Él respondió. No.
Ella se llevó sus manos a su busto y le preguntó, te has fijado que mi busto ya está caído, él respondió. No.
Ella se levantó la bata y se miró las piernas y le preguntó,
Ya te fijaste que mis piernas ya no son duras y lisas como antes? El respondió
Otra vez no.
Entonces ella se acercó a él y con lágrimas en los ojos le preguntó.
Entonces qué haces a mi lado si ya no me ves, si ni te das cuenta cuanto mi cuerpo a cambiado, dormimos juntos y no te das cuenta que no soy la misma de ayer?
El se sonrió y le dijo.
Mucho antes de ver tu cuerpo,
Mire tu forma de ser, mucho antes de tocar tu cuerpo, sentí tu forma de amar,
Mucho antes de ver tu busto levantado, mire en tu pecho un corazón lleno de bondad,
Mucho antes de ver tu figura sensual,
Sentí que eras el molde perfecto donde sembrar mi semilla, te sentí tierra fértil, te sentí madre, y una dama para hacer mi hogar.
Mujer... No te pongas triste por cómo tú te ves, ponte alegre por cómo te sigo sintiendo.
Yo me enamore de la sensualidad y bondad de tu alma, no de la vanidad de tu cuerpo.... Y a travez de las lágrimas le dibujó una sonrisa Que hizo nuevamente brillar su cara.
Autor Enrique Alexander Sanchez Vera
El rey Arturo fue uno de los personajes más importantes en la historia de los druidas, debido a que en su reinado imperaba la justicia y la dureza hacia sus enemigos, por lo que se ganó el respeto de todos los que estaban bajo su dominio.
El rey Arturo era hijo de Uther Pendragon, el poderoso rey de Gran Bretaña, quien se enamoró perdidamente de la esposa de su enemigo Gorlois, la duquesa Igraine de Cornualles cuyas raíces eran celtas.
El poderoso rey contaba con la ayuda del gran mago Merlín, quien le ayudó con un brebaje para que se hiciera pasar por su enemigo, entrar sin problemas al palacio y así poder estar íntimamente con Igraine sin que ella lo notara.
Mientras Uther estaba con la duquesa, el duque Gorlois murió en batalla, luego al pasar los meses, en el día del nacimiento de Arturo su madre murió, quedando como responsable del niño el rey de Gran Bretaña.
Merlín en la vida del rey Arturo:
Merlín se hizo cargo de Arturo luego de su nacimiento, ya que fue el pacto en el que llegaron Uther y él, luego de prepararle el brebaje para estar con la duquesa. Éste lo tuvo hasta los 4 años de edad, luego se lo llevó a Sir Héctor, para que criara al niño en medio de valores como la sabiduría y la lealtad.
Mientras tanto, Gran Bretaña se hundió en la miseria, la tiranía y la pobreza por varios años, hasta que un día Merlín predijo que un día llegará un nuevo rey que cambiaría todo.
A la edad de 16 años, Arturo junto a sus hermanos y su padre se marcharon a Londres, para ver una pelea entre caballeros, luego de eso el joven le dijo a su padre que quería ser un caballero, por lo que su padre logró que Arturo fuera el escudero de un amigo.
Un día se fueron a un encuentro de caballeros y Arturo ve una espada en una piedra que tenía muchos años allí sin que nadie pudiera sacarla, éste se motivó a retirar la espada de la piedra, y al lograrlo dejó a todos atónitos, pues la espada tenía una leyenda: “quien lograra sacar la espada clavada en la piedra, sería el gran rey de Inglaterra”, y a partir de allí comenzó a gobernar el Rey Arturo.
Una vez le preguntaron a una mujer:
Qué obtienes orándole a Dios?
Ella respondió:
Generalmente, no gano nada, "sino pierdo cosas."
Y citó todo lo que perdió orando a Dios regularmente:
Perdí el orgullo.
Perdí la arrogancia.
Perdí la envidia.
Perdí mi ira
Perdí la lujuria.
Perdí el placer de mentir
Perdí el gusto por el pecado.
Perdí la impaciencia, la desesperación y el desánimo.
A veces oramos, no para ganar algo, sino para perder cosas que no nos permiten crecer espiritualmente.
La oración educa, fortalece y sana.
La oración es el canal que nos conecta directamente con Dios."