Monday, September 30, 2024

Sócrates & 5 frases





En a Antigua Grecia, Sócrates tenía una gran reputación de sabio. Un día, alguien vino a buscar al gran filósofo y le dijo: ¿Sabes lo que acabo de escuchar sobre tu amigo? Un momento, respondió Sócrates. Antes de que me lo digas, me gustaría probarte los tres tamices. ¿Los tres tamices? Sí, continuó Sócrates. Antes de decir nada sobre los demás, es bueno tomarse el tiempo para filtrar lo que quieres decir. Yo lo llamo la prueba de los tres tamices. El primer tamiz es la VERDAD. ¿Has comprobado si lo que me vas a decir es cierto? No, lo acabo de escuchar. ¡Muy bien! Entonces, no sabes si es verdad. Seguimos con el segundo tamiz, el de la BONDAD. Lo que me quieres decir de mi amigo, ¿es bueno? ¡Oh, no! De lo contrario. Entonces, interrogó Sócrates, ¿quieres contarme cosas malas sobre él y ni siquiera estás seguro de que sean ciertas? Quizás aún puedas pasar la prueba del tercer tamiz, el de la UTILIDAD. ¿Te sirve que sepa lo que me vas a decir sobre este amigo? No realmente. Entonces, concluyó Sócrates, lo que me ibas a decir no es ni cierto, ni bueno, ni útil. ¿Por qué, entonces, quisiste decirme esto? "El chisme es algo malo. Al principio puede parecer agradable y divertido, pero al final, llena nuestros corazones de amargura y nos envenena también". El chismorreo desviste y avergüenza y deja vulnerables a personas inocentes que no pueden defenderse. Desviste la dignidad humana y avergüenza injustamente a los demás. Matamos a personas inocentes con nuestros chismes y malas palabras... El chisme es el despojo de la dignidad humana por parte de almas amargadas...






Frases de Sócrates

“Un hombre honesto siempre es un niño.”


“El conocimiento siempre empieza en el
asombro.”


“Una vida que no ha sido examinada no
 merece ser vivida.”


“Habla para que yo pueda conocerte.”


“El amigo debe ser como el dinero antes
de necesitarlo, es necesario conocer su
valor.”




Friday, September 27, 2024

El mendigo y su perra

En una tierra lejana, un hombre tenía un pequeño perro al que descuidaba constantemente. Lo dejaba solo y sin comida mientras él se iba a trabajar, hasta que un día tomó la decisión de abandonarlo en un basurero en la calle. El perrito se quedó en ese lugar, mirando a su dueño con ojos tristes, hasta que dobló la esquina y desapareció. Sin embargo, en ese preciso momento pasaba por allí un mendigo que lo vio tirado en el suelo. Sin dudarlo, lo recogió en sus brazos y le dio muchas caricias. El perrito movía la cola emocionado y el mendigo quedó encantado con él.

Desde aquel momento, el mendigo asumió la responsabilidad de cuidar y resguardar al perrito, compartiendo con él la comida que encontraba en las calles. El perrito se había acostumbrado al mendigo y se había convertido en su leal compañero. El vivía en un rincón junto a su amado perrito. Así transcurrió el tiempo hasta que el perrito creció y se convirtió en un adulto, fortaleciendo aún más el vínculo inquebrantable que habían creado.

Caminaban por las calles en busca de comida desechada en la basura, ya era parte de su rutina diaria, siempre acompañado de su fiel perro. Un día, desafortunadamente, el mendigo comenzó a padecer una extraña enfermedad que le provocaba mareos. Las personas pasaban a su lado ignorándolo, sin embargo, su perro no dejaba de ladrar hasta que los mareos desaparecían. En sus ojos, el perro reflejaba una profunda tristeza.

Una tarde soleada se encontraba en medio de la calle y los rayos del sol ardían con intensidad, el mendigo no pudo soportarlo más y cayó al suelo, en ese momento el perro comenzó a ladrar y ladrar mientras las personas pasaban por allí y seguían su camino, después de un rato de ladrar notó que su amo no despertaba. En ese momento salió huyendo en sus cuatro patas y se dirigió a la parte central del pueblo donde había una comisaría, el perro ladraba y ladraba y los policías no entendían nada, pero después de sus repetitivos ladridos les dio curiosidad y decidieron seguir al perro.

Al llegar, descubrieron que el perro los había guiado hacia el mendigo. Inmediatamente contactaron a un hospital cercano y solicitaron una ambulancia para trasladar al mendigo. Durante el trayecto, los médicos notaron que aún estaba con vida y quería decir algo. Después de intentarlo varias veces, justo antes de exhalar su último aliento, expresó: "Cuiden de mi perro y bríndenle el mejor amor del mundo, esos pequeños de cuatro patas son sin duda mejores que muchas personas". Con estas palabras, el mendigo exhaló su último aliento y falleció.

Autor: Emmanuel Emilio Montero 

Monday, September 16, 2024

La Tristeza



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Se inventan frases para intentar que me aleje de ellos. Dicen: ¡Tonterías!, la vida es alegre. Y su risa falsa les causa calambres en el estómago y dificultades para respirar. Dicen: lo que te hace sufrir te hará más fuerte. Y entonces se sienten angustiados. Dicen: solo tienes que resignarte. Y entonces sienten cómo se tensan sus hombros y su espalda. Dicen: solo los débiles lloran. Y las lágrimas contenidas casi hacen estallar sus cabezas. O se anestesian con alcohol y drogas para no tener que sentirme.

¡Oh, sí! afirmó la anciana me he encontrado con este tipo de personas muchas veces.

La Tristeza se encogió un poco más.

Pero si lo único que quiero es ayudarles. Cuando estoy muy cerca de ellos, pueden encontrarse a sí mismos. Les ayudo a construirse un nido en el que cuidar de sus heridas. Aquellos que están tristes, son especialmente sensibles. Algunas penas vuelven a abrirse como una herida mal curada y eso duele mucho. Solo aquellos que aceptan la aflicción y se desahogan llorando pueden curar realmente sus heridas. Pero las personas no desean mi ayuda. En lugar de eso, disimulan sus cicatrices con una sonrisa deslumbrante. O se envuelven con una gruesa coraza de amargura.

La Tristeza se calló. Al principio su llanto era débil, después más fuerte y finalmente desesperado.

La pequeña anciana tomó a la criatura encogida entre sus brazos. Qué suave y mullida se siente, pensó mientras acariciaba con ternura el bulto tembloroso.

Llora, Tristeza susurraba cariñosamente descansa para que puedas recuperar las fuerzas. A partir de ahora ya no caminarás sola. Te acompañaré para que el desaliento no se haga más fuerte.

La Tristeza dejó de llorar. Se enderezó y miró asombrada a su nueva compañera.

Pero ¿Y tú quién eres?

¿Yo? 

respondió la pequeña anciana risueña que empezó de nuevo a sonreír como una niña pequeña y despreocupada—. Yo soy la esperanza.


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Monday, September 9, 2024


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Te enseñaron a no pedir cosas.
A no molestar.
A complacer.
A hacerlo todo tú.
A sentir vergüenza si necesitabas algo.
A depositar tu autoestima en el hecho de que los demás te necesitaran.
A resolver todos los problemas.
A nunca decir que no.
A estar siempre disponible para el otro.
A servir.
Te enseñaron esa esclavitud emocional que consiste en buscar desesperadamente la aceptación.
En evitar el rechazo por encima de todas la cosas.
En convertirte en lo que la otra persona demanda para que no te deje de querer.
En tenerle miedo al abandono.
Y ahora tú pides algo porque no puedes más.
Lo que sea.
Y la gente que te lleva exprimiendo toda la vida, se enfada.
Y ahora tú dices no.
Porque no.
Y la gente que lleva todo la vida contando contigo para todo, te dice que has cambiado.
Que no eres la misma persona.
Que qué te pasa.
Lo único que te pasa es que te estás dando valor.
Estás pensando en ti.
Estás poniendo límites por primera vez.
Y estás reclamando tu derecho a recibir.
Y ahora puede que ya no haya tanta gente.
Porque la gente que estaba contigo por interés cuando ya no eres útil, desaparece.
Vale.
Estarás más sola.
Pero también.
Eres más libre.

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