Y un día te vas a dar cuenta de que ya no existe ese bullicio infantil que tanto desgasta; y ese caos armónico es silencio ruidoso porque las hojas del calendario no perdonan.
Y es de repente, de repente caes en la cuenta de que la bañera ya no es un baúl desastre lleno de juguetes, y que no te han dejado en el lavabo ese balón de gomaespuma, ni hay muñecas en un sofá dormido, ni ropa desparramada por la casa.
Y un día te vas a dar cuenta de que no hay carreras por pasillos interminables; ni risas a hurtadillas en la cama para desafiar el sueño; ni cuentos a quien leer, ni sábanas a quien tapar a medianoche, ni almas respirando sueños.
Y un día te vas a dar cuenta de que la despensa está llena de recuerdos y que sobran platos en la mesa; y que todo está en orden, sin mochilas en el suelo de la entrada, sin lápices desordenados en pupitres de colores, ni esa ropa que no entra en el cesto y que las camas no se deshacen.
Y un día serás huérfano de tus hijos que crecieron con el permiso de la vida. Y te sentarás en el sillón sabio del libro que echa de menos una voz inocente que le interrumpa. Y cada página que pases, léela con detenimiento porque esa ya no vuelve. Es la vida.
“Cada cosa que sucede en tu vida
te prepara para el momento que
esta por llegar.”
“Es increíble como nuestros hijos
son nuestra mayor fortaleza y
nuestra mayor debilidad, por ellos
enfrentamos al mundo y sin ellos
el mundo no existe,”
“Hay dos regalos que debemos
ofrecer a nuestros hijos.
Raíces fuertes para aferrarse a
sus principios y alas para saber
volar lejos.”
“Cuando los hijos crecen y se van,
amor a distancia.”
“Llega el día en que los hijos se van
Y uno queda del otro lado mirando
una brújula que durante años marca
el norte con precisión cabal.”
Adriana Grande
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