En una ocasión, salió de excursión un grupo de chicos que iban mirando y aprendiendo de las especies vegetales y animales que encontraban a su paso.
El último tiempo de la excursión lo dedicaron a explorar el terreno, más bien a conocer cómo era todo en la otra orilla del rio, por el que caminaban refrescándose los pies en su parte menos profunda.
Con ellos iba un Maestro que les había estado enseñando durante el último curso, en el cual se encontraban aún. Éste les dijo:
“Vamos a explorar la otra orilla del rio, para ello utilizaremos aquel puente colgante, que nos permitirá llegar hasta allí”. Todo esto lo decía teniendo en mente que el paso por aquel puente iba a propiciar una lección para sus alumnos y sobre todo para uno de ellos, pues era un Maestro Hab-Baa-Ssi y tenía la capacidad de ver el futuro, ya fuera cercano o lejano.
El puente era de poca altura, pero excesivamente estrecho, tanto, que tenían que pasar uno tras otro, porque no cabían dos juntos caminando por él.
El Maestro les advirtió que tuviesen cuidado y permanecieran atentos, porque podrían caer al agua si perdían el equilibrio y aunque las aguas del río no eran profundas, el que cayera haría perder el tiempo a sus compañeros, porque tendrían que esperar a que saliese del agua para poder continuar, y ya no disponían de mucho tiempo.
Todos comenzaron a caminar por el puente en fila de uno, éste se balanceaba ligeramente hacia los lados, pero no lo suficiente como para hacer caer a ningún chico, a menos que distrajese su atención en otra cosa que no fuese caminar sobre aquella estrecha pasarela.
En un determinado momento, pasó por allí un pajarillo revoloteando, que tuvo la puntería de hacer sus necesidades sobre la cabeza de uno de los excursionistas; el tercero de la fila que iba tras él, estaba observando al pajarillo desde hacía unos segundos y cuando manchó la cabeza de aquel chico, el que iba distraído tras él comenzó a reírse a carcajadas, no por mofarse de su compañero, sino por la gracia que le hizo el tino que había tenido el pajarillo.
Absorto en este incidente, no vio que una de las tablillas que formaban el suelo del puente, estaba levantada, tropezó, perdió el equilibrio y cayó al agua.
El Maestro, que iba tras ellos, les dijo que continuaran mientras él ayudaba al que había caído, pues estaba oscureciendo y por allí había lobos (una especie de lobos que los Hab-Baa-Ssi llaman carniceros) y en la oscuridad había más peligro de que los atacasen, pues era cuando éstos aprovechaban para atacar a sus víctimas. Cuando lo hubo sacado del agua le dijo:
“ Has caído porque no has sabido mantenerte en equilibrio, hay que estar muy pendiente para no distraerse con lo que pueda venir por la izquierda, por la derecha, o por los alrededores, pues al tener la atención puesta en otra cosa, no ves – como a ti te ha pasado – si hay algún motivo u obstáculo que te pueda hacer caer, alejarte de tu camino. Ahora has perdido lo que tenías avanzado sobre el puente, y si quieres llegar a donde ibas, tendrás que comenzar nuevamente por el principio, para poder conseguirlo.
Esto es lo mismo que cuando estás equilibrado energética y mentalmente, encontrándote en estado de Armonía, de Justicia, es decir, justo en el Centro. Entonces debes estar con cuidado de seguir siempre en ese equilibrio, por el Camino de Centro, es decir, para estar en la energía de la Justicia”.
El muchacho aprendió la lección, que le sirvió para su futuro, llegó a ser Maestro algún tiempo después, porque el incidente de aquel día le hizo ver claramente cómo tenía que ser su comportamiento y conducirse para llegar a ser lo que fue.
Aquel día subió nuevamente al puente, con aquella enseñanza que su amado Maestro le había dado. Cuando llegó a la otra orilla, sus compañeros le estaban esperando, atentos a la lección que sabían iban a recibir gracias a su experiencia. El maestro llegó levitando de una orilla a la otra (cosa que dominan los Maestros Hab-Baa-Ssi, y que los alumnos aprenden).
Fuente: Habassis de Etiopia
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"Si estamos prestando atención a nuestras vidas, reconoceremos esos momentos definitorios. El desafío para muchos de nosotros es que estamos tan inmersos en las distracciones diarias y en "estar ocupados, ocupados" que nos perdemos esos momentos y oportunidades que, si se aprovecharán, llevarían nuestras carreras y vidas personales a un nivel completamente nuevo de sorpresa"
Robin S. Sharma