Necesito de alguien, que me mire a los ojos cuándo hablo.
Que escuche mis tristezas y desiertos con paciencia y
aún cuándo no comprenda, respete mis sentimientos.
Necesito de alguien, que venga a luchar a mi lado sin ser llamado.
Alguien lo suficientemente amigo, cómo para decirme las verdades
que no quiero oír, aún sabiendo que puedo irritarme.
Por eso, en este mundo de indiferentes, necesito de alguien
que crea en esa cosa misteriosa, desacreditada y casi imposible:
¡La amistad!
Que se obstine en ser leal, simple y justo.
Que no se vaya, si algún día pierdo mi oro y
no pueda ser más la sensación de la fiesta.
Necesito de un amigo, que reciba con gratitud mi auxilio,
mi mano extendida, aún cuándo eso sea muy
poco para sus necesidades.
No pude elegir, a quienes me trajeron al mundo,
pero puedo elegir a mi amigo.
En ésta búsqueda, empeño mi propia alma,
pues con una amistad verdadera.
La vida se torna más simple, más rica y más bella.
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