Debo agradecer a mi madre por la manera en que me crio, libre de prejuicios de la sociedad..
Me enseñó a creer en mí y en mis sueños, a no temer a la vida, ni al amor, pero tampoco al
dolor; me enseñó que a los problemas se les hace frente. Jamás me
detuvo, me enseñó a volar.
A dónde quiera que vayas, me tienes en tu corazón, dijo mientras me daba su bendición.
Ella se ha ido, y aunque no quería verme llorar es inevitable no sufrir su ausencia; se ha
desvanecido su mirada afable, su voz serena con sabios consejos, su aroma a flor bañada de
rocío, las caricias de sus manos ásperas, propias de una mujer trabajadora. A pesar de este
dolor retomaré el camino, mi madre quería verme fuerte y dispuesta a vivir. Continuaré el
viaje sin ninguna duda, desde el cielo un hermoso ángel vela por mí.
Libro: Buenas noches, desolación SueZurita
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