Van por ahí, las encuentras en cualquier parte.
Cultas, viajadas, leídas, sensibles, atrevidas, con sus miedos bien guardados y sin posibilidad de olvido, pisando fuerte.
Vienen de vuelta de la vida, ya criaron hijos, regalaron alas y vuelven a desplegar las suyas guardadas tanto tiempo, listas para el vuelo, ya saben del amor incondicional y sus matices.
Ya saben de la vida, de su valor, se saben expertas, ya conocen los secretos de sus cuerpos, saben lo que quieren, cómo y cuando lo quieren.
Van por la vida con profundidad en la mirada, con el corazón repleto de amores y secretos, con versos tatuados en el alma, y seguridad al caminar.
A ellas por favor, no les vendas imagen, no les mandes mensajes de texto, no les hagas promesas, no les mientas, están de vuelta a todo eso.
Ahora son libres a costa de la vida misma, no se dejan encadenar si no es su deseo.
Ya fueron capaces de dejar atrás sueños, viejas pretensiones, viejos reproches y sólo están dispuestas a lo posible si les apetece.
A ellas ofréceles un café con tiempo de sobra, hazles una llamada para que puedan oír tu voz, toma sus manos, siéntelas, muéstrate humano, imperfecto, auténtico con ellas, escucha y habla con el corazón.
Quizás descubras que la recompensa vale la pena.
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