El rey estaba enamorado de Sabrina, una mujer
de baja condición , a la que había convertido en su
última esposa.
Una tarde mientras el rey estaba de cacería,
llego un mensajero para avisar que la madre de Sabrina estaba enferma.
Pese a que estaba prohibido usar el carruaje personal del rey,
infracción que se pagaba con la cabeza,
Sabrina subió al coche y corrió junto a su madre.
A su regreso el rey fue informado de la situación.
No le ha importado jugarse la vida para cuidar de su madre.
¡Es maravillosa!
Otro día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardin
del palacio comiendo fruta, llegó el rey.
La princesa lo saludó y después dio un mordisco al último melocotón que
quedaba en la cesta.
¡Parecen buenos! dijo el rey
Lo son, dijo la princesa. Y alargando la mano le cedió a su
amado el último melocotón.
¡Cuanto me ama! comentó después el rey.
Renuncio a su propio placer para darme el último melocotón de la cesta.
¿No es fantástica?
Pasaron algunos años y a saber por qué, el amor
y la pasión desaparecieron del corazón del rey.
Sentado junto a su amigo mas intimo le decía
"jamás se comportó como una reina.
¿acaso no desafió mi prohibición utilizando mi carruaje?
Es mas recuerdo que una vez me dio a comer una fruta mordida.
Autor Jorge Bucay
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