Tuesday, February 15, 2022

El Puñal de Jorge Luis Borges

En un cajón hay un puñal. 
Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; 
Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre, 
que lo trajo del Uruguay; 
Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano. 
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; 
se advierte que hace mucho que lo buscaban; 
la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera; 
la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina. 
Otra cosa quiere el puñal. 
Es más que una estructura hecha de metales; 
los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; 
es, de algún modo eterno, el puñal que anoche mató un hombre en 
Tacuarembó y los puñales que mataron a César. 
Quiere matar, quiere derramar brusca sangre. 
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, 
interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre, 
y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, 
el metal que presiente en cada contacto 
al homicida para quien lo crearon los hombres. 
A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fe, 
tan apacible o inocente soberbia, y los años pasan, inútiles. 

Jorge Luis Borges

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