El maestro, al ver al artista le recomendó lo siguiente: Visitar un cementerio y proferir toda clase de insultos e improperios a los muertos del lugar. Hecho esto, debía volver para relatar que había ocurrido. Cuando el artista hizo lo que pidió el maestro, tuvo que reconocer que no ocurrió nada, pese a gritar toda clase de ofensas e agravios.
Luego el maestro pidió al artista que fuera nuevamente al cementerio, pero en esta ocasión debía gritar a los muertos todos los elogios que vinieran a su mente. El joven hizo lo que pidió el maestro. Gritó toda clase de halagos durante horas, pero tuvo que volver donde el maestro para contar que en realidad, tampoco había ocurrido nada.
“Si, Contestó el viejo maestro.
Así debes ser tú, INDIFERENTE COMO UN MUERTO A LOS INSULTOS y HALAGOS DEL MUNDO, porque el que hoy te halaga mañana te puede insultar, y quien hoy te insulta mañana te puede halagar. No seas como una hoja a merced del viento de los halagos e insultos. Permanece en Ti mismo, más allá de los claros y los oscuros del mundo.”
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